¿El año de la estanflación?

Los inversores en renta fija se han enfrentado a multitud de retos en lo que llevamos de 2021, como los bajos tipos de interés, el aumento de la inflación y la compresión de los diferenciales. Ahora, la ralentización del crecimiento mundial amenaza con provocar estanflación. Este fenómeno se produce cuando el crecimiento económico se frena, el paro aumenta y la inflación se mantiene en niveles elevados. Esta situación es peligrosa para los inversores al provocar un círculo vicioso en el que la reducción del gasto de consumo a consecuencia de la inflación reduce los beneficios empresariales y da lugar a un aumento del desempleo. En mi opinión, la estanflación es un riesgo a corto plazo, pero no una preocupación a largo plazo para los inversores, ya que considero que la inflación es transitoria y descenderá cuando se corrijan las alteraciones de las cadenas de suministro y la oferta vuelva a ponerse al nivel de la demanda.

 

Las cadenas de suministro internacionales llevan tiempo funcionando con un modelo just in time que se ha visto profundamente perturbado por la pandemia. Esa ha sido una de las principales causas de las presiones inflacionistas que han surgido este año. El mundo está ahora más conectado que nunca y eso significa que cuando una fábrica en China cierra, los efectos secundarios son inmediatos y amplios. Preveo que las alteraciones de las cadenas de suministro internacionales tardarán algún tiempo en arreglarse y eso depende en gran medida del éxito de los países a la hora de combatir el virus. Si siguen surgiendo nuevas variantes del virus y las economías tienen que volver a confinarse, entonces llevará mucho tiempo recuperar la normalidad en las cadenas de suministro internacionales.

Varias fuerzas de índole fundamental mantienen a raya la inflación

Más allá de eso, considero que están actuando potentes fuerzas estructurales que mantendrán a raya la inflación. Aquí cabe citar los niveles récord de deuda en el mundo, el envejecimiento de las poblaciones y la globalización. La pandemia de COVID ha elevado la deuda hasta niveles no vistos desde la Segunda Guerra Mundial. Solo durante el último año, la deuda mundial ha crecido 40 billones de dólares, hasta un total de 280 billones. Esa cifra triplica con creces el PIB mundial y la historia nos demuestra que, cuando llega al 50-60% del PIB, la deuda tiene un efecto perjudicial para el crecimiento y supone un obstáculo para las presiones inflacionistas.

 

Los efectos de la globalización también están ayudando a reducir la inflación, ya que los salarios se mantienen en niveles bajos debido al desplazamiento de la producción hacia países más pobres. Eso ha coincidido con el desarrollo de la tecnología, que ha abaratado la fabricación de bienes y, por lo tanto, ha mantenido bajos los precios. Aunque puede argumentarse que la pandemia ha alterado considerablemente algunas de estas fuerzas, creo que el efecto es temporal y que estas tendencias seguirán actuando como una fuerza deflacionista a medida que el mundo vaya dejando atrás la pandemia. Así pues, por mucho que a algunos comentaristas les guste creer que la globalización está dando marcha atrás, los datos sugieren otra cosa.

 

Si nos fijamos en lo que ha ocurrido en lo que llevamos de año, la inflación ha sido más persistente de lo que muchos han previsto y ha dejado subidas mayores de lo esperado en las materias primas y los productos de consumo. Sin embargo, ya estamos viendo descensos en estos precios; así, los precios de la madera han caído más de la mitad desde sus máximos, mientras que los precios del cobre y las materias primas agrícolas parecen estar dándose la vuelta y el mineral de hierro ha reducido también su precio a la mitad desde el pico alcanzado a comienzos de este año. A este respecto, sospecho que las caídas de los metales como el cobre y el hierro obedecen a la fuerte contracción de China. Las cifras más recientes del IPC estadounidense muestran que la inflación está, de hecho, moderándose: los precios de los coches usados y los billetes aéreos están cayendo hasta niveles más normales.

 

China pierde fuelle y el crecimiento mundial se frena

Obviamente, la inflación es solamente la mitad de la ecuación de la estanflación, siendo el otro factor el crecimiento mundial. Se observan numerosas señales de que el crecimiento mundial ha tocado techo. Como he mencionado, China parece estar desacelerándose atendiendo a los últimos datos económicos; así las ventas minoristas crecieron tan solo un 2,5 % interanual en agosto, mientras que los economistas pronosticaban un 7 %, y la producción industrial se situó por debajo del objetivo, lastrada por los persistentes brotes de COVID-19 y la resaca de la crisis de Evergrande. De hecho, los economistas de Goldman Sachs prevén que en el tercer trimestre el PIB se va a estancar.

 

Echando un vistazo al comportamiento de los mercados, podemos ver que el mercado de renta fija también cree que la inflación es transitoria, a juzgar por la inflación implícita del 2,3 % de los TIPS a cinco años. Si las presiones inflacionistas siguen suavizándose, podríamos ver una caída que, a su vez, podría provocar nuevos descensos de los tipos de los bonos en EE. UU. Por lo tanto, el entorno económico futuro parece favorable para los inversores en renta fija. Está entrando mucho dinero en la deuda corporativa en busca de rentas y, en conjunto, consideramos que las empresas gozan de bastante buena salud gracias al amplio apoyo de los estados occidentales, a diferencia de sus homólogos emergentes. Eso me lleva a pensar que las tasas de impago probablemente se mantengan en niveles bajos durante algún tiempo, lo que brindará la posibilidad de seleccionar cuidadosamente oportunidades atractivas dentro del segmento de los bonos High Yield. De cara al futuro, creo que los mercados probablemente van a sufrir más volatilidad ante los intentos de los bancos centrales de reducir los estímulos. Sin embargo, las fuerzas estructurales a más largo plazo probablemente hagan que las presiones inflacionistas se disipen al calor de la normalización de las economías.

 

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