El aumento de la inflación está poniendo presión a los bancos centrales para que suban los tipos de interés antes de lo previsto. Eso podría ser desastroso para el crecimiento económico mundial, que ya se enfrenta a un buen número de obstáculos de cara a 2022, afirman Ariel Bezalel, responsable de estrategia del área de Renta Fija, y Harry Richards, gestor de fondos de renta fija.

La inflación se calienta mientras el crecimiento mundial se enfría  

Las Navidades podrían ser más caras este año, ya que la inflación se mantiene en niveles elevados. Por fortuna para los consumidores, creemos firmemente que la inflación es transitoria, causada por las tensiones en las cadenas de suministro y el aumento de la demanda tras un año de confinamientos parciales en todo el mundo, y que remitirá en 2022. A pesar de ello, los bancos centrales están sometidos a presiones para acelerar el endurecimiento monetario. Aunque la Reserva Federal de EE. UU. y el Banco Central Europeo han mantenido su postura expansiva hasta ahora, el banco central de Australia ha sucumbido al pánico y ha subido tipos y el Banco de Inglaterra sigue titubeando. La inflación también está presionando a los consumidores, que acusan el aumento de los precios, y los salarios están disminuyendo en términos reales.

 

De cara al próximo año, creemos que la economía mundial va a desacelerarse con fuerza, debido en parte a China y a la incertidumbre derivada de la nueva variante del coronavirus. Hasta ahora, la volatilidad del sector inmobiliario chino se ha circunscrito a China, pero esperamos que sus efectos se sientan en todo el mundo. El 80 % de la riqueza de los hogares chinos se concentra en el sector inmobiliario doméstico. La demanda de importaciones de China ya está sufriendo a medida que el gasto de consumo está destinándose a recomponer el ahorro, y también están apareciendo señales de desaceleración en Europa oriental, que es un termómetro clave de la demanda china, porque gran parte de la producción industrial de Europa occidental se concentra en esa región.

 

Los estímulos van a reducirse con el cierre progresivo del «grifo del dinero» 

Uno de los principales motores de la recuperación de la economía frente a los efectos de los confinamientos provocados por la pandemia han sido los impresionantes niveles de estímulos monetarios y presupuestarios. En las economías del G4, estamos a punto de asistir a una reducción de dichos estímulos de entre 5 y 7 billones de dólares, lo que equivale aproximadamente al PIB de Japón. El ritmo de expansión monetaria de los bancos centrales ya está desacelerándose y el crecimiento de la oferta monetaria está frenándose. Eso está tirando al alza del dólar, lo que repercutirá en la inflación durante los próximos meses. 

$5 to $7 trillion amount of fiscal and monetary tightening expected in 2002

El tapering podría no ser lo que parece 

Mientras que los efectos de las subidas de los tipos de interés se comprenden bien, cuando se trata del tapering (la reducción progresiva del programa de compras de bonos de la Fed) muchos creen que provoca una subida de los rendimientos de los bonos. Nosotros consideramos que esa idea es errónea. Históricamente, como se observó durante el tapering de 2014 o el endurecimiento cuantitativo de 2018, cuando se han retirado los estímulos, los PMI (índices de gestores de compras) han caído, y los rendimientos de la deuda pública han seguido el mismo camino. En nuestra opinión, conviene tener en cuenta esta dinámica a medida que la Reserva Federal se embarque en su programa de reducción de las compras de bonos. 

Los bancos centrales deben andarse con pies de plomo 

A la vista de estas dificultades, los bancos centrales deben extremar las precauciones. A medida que el crecimiento alcanza su punto máximo y se ralentiza en el próximo año, existe un riesgo real de que los bancos centrales endurezcan sus políticas estando en una desaceleración y se vean obligados a cambiar el rumbo rápidamente.

 

Así pues, ¿cómo estamos abordando estas cuestiones en nuestras carteras? Creemos que los tipos de la deuda pública en mercados desarrollados como Australia y EE. UU. son muy atractivos a los niveles actuales y tienen margen para volver a descender a medio plazo. Estas inversiones también son un buen contrapeso para el riesgo. Seguimos encontrando oportunidades interesantes en bonos High Yield (bonos que pagan unos intereses más elevados, pero tienen un mayor riesgo de impago), donde recurrimos al análisis crediticio y nos centramos en identificar oportunidades mediante el estudio de los balances de las empresas y las valoraciones de mercado. Dentro del universo High Yield, preferimos bonos con vencimientos más cortos, que son menos sensibles a las variaciones de los tipos de interés y, por lo tanto, contribuyen a reducir el riesgo. A la vista de la incertidumbre que se cierne sobre las perspectivas mundiales, somos cautos en los mercados emergentes, pero apreciamos una buena oportunidad en la deuda pública china, que esperamos que se revalorice cuando el gigante asiático se vea finalmente obligado a flexibilizar su política monetaria. En nuestra opinión, la clave en estos momentos reside en asegurarse de que las carteras puedan seguir ofreciendo un nivel de rendimientos interesante sin perder la capacidad para afrontar un próximo año mucho más incierto. 

 

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