Ariel Bezalel: Existe el riesgo de que los bancos centrales endurezcan las condiciones monetarias, provocando una desaceleración

«Con todo lo que se está hablando sobre la subida de la inflación, me parece bastante increíble que el bono del Tesoro estadounidense a diez años siga estando todavía en torno al 1,5 %; además, varios billones de dólares en deuda pública, incluso algunos bonos corporativos, cotizan con tipos negativos.

 

Sigo siendo de la opinión de que este repunte de la inflación es transitorio, aunque hasta ahora ha sido algo más persistente de lo que había previsto inicialmente. Sin embargo, el mundo sigue sufriendo la disrupción provocada por las empresas tecnológicas y creo que eso se va a acelerar durante la próxima década. También está la cuestión demográfica: la contracción de la población activa y el estancamiento del crecimiento de la población son fenómenos comunes en todo el mundo, y ahora también en China. Por si fuera poco, sólo durante el último año la deuda que acumula la economía mundial se ha incrementado en 40 billones de dólares, lo que sigue frenando el crecimiento y la inflación.


En mi opinión, gran parte de la inflación que estamos viendo actualmente obedece a las perturbaciones que están sufriendo las cadenas de suministro just in time a causa del COVID. Cuando las cadenas de suministro vuelvan a la normalidad y las empresas aceleren la producción para atender la demanda, entonces creo que la inflación debería remitir.

 

Es algo que veo a medio plazo, pero de cara al resto del año y comienzos de 2022, lo que aprecio son señales de una desaceleración de la economía mundial que también podría poner freno a la inflación (China parece estar ralentizándose, y puede que con bastante rapidez). Tampoco Biden ha seguido firmando cheques en blanco, como algunos supusieron que haría. Washington sigue estando muy dividido, el proyecto de ley de infraestructuras de Biden se ha diluido y ahora su gran proyecto de gasto social está siendo cuestionado. Juntos, todos estos factores plantean el riesgo de que los bancos centrales, con la Fed a la cabeza y tal vez el Banco de Inglaterra, puedan endurecer la política monetaria pese a estar sumidos en una desaceleración».

Ned Naylor-Leyland: La Fed está dirigiendo un baile cuidadosamente orquestado

«Un aspecto del debate en torno a la transitoriedad o persistencia de la inflación que me interesa es la imposibilidad que manifestó Jerome Powell para definir qué es la inflación transitoria durante la conferencia de prensa que siguió a la reciente reunión del FOMC. Me recordó a la suspensión “temporal” de la convertibilidad entre el oro y el dólar que decretó Nixon en 1971. De hecho, esa suspensión temporal ¡sigue vigente 50 años después!

 

También diría que resulta improbable que alguna vez los bancos centrales declaren que la inflación es persistente y tiende al alza, dado que la relación entre los bancos centrales y los mercados de bonos suele parecer un baile cuidadosamente orquestado. Los mercados se mueven sobre todo a golpe de discurso y esas palabras giran más en torno a gestionar ese discurso que a lo que está ocurriendo en la economía real.

 

Personalmente, cuando me fijo en la dinámica de la oferta y la demanda en las materias primas, en especial a la luz del impulso a las tecnologías verdes, que demandarán más recursos naturales, dudo que podamos ver un retroceso sostenido de los precios de los activos físicos. El mundo posee una cantidad limitada y menguante de recursos físicos y un volumen de dinero a crédito que no deja de crecer. Por lo tanto, me parece que este sistema actual siempre va a sufrir deflación en el dinero y el crédito, e inflación en bienes, servicios y activos reales».

Talib Sheikh: Estamos viviendo en una economía que se asemeja a un globo de nieve

«La respuesta más sincera que puedo dar a la pregunta de si la inflación es transitoria o no es “no lo sé”. Me siento bien acompañado cuando lo afirmo, ya que es evidente que los bancos centrales tampoco lo saben. El cambio a un objetivo de inflación media flexible significa que los bancos centrales han pasado de ser responsables de la formulación de políticas basadas en previsiones a ser entidades orientadas a resultados. Así, han señalado que no van a mover los tipos de interés hasta que no le vean las orejas al lobo de la inflación. Esta actitud no deja de ser razonable, ya que después de la crisis financiera mundial, la inflación estuvo muy por debajo de las expectativas durante muchos años.

 

Estos días, cuando pienso en la economía, se me parece a una de esas esferas de nieve que se agitan y los copos giran alocadamente dentro de ella. Todo lo que forma el sistema económico parece estar en el aire en estos momentos, hay mucha confusión y no estamos seguros de cómo van a quedar las cosas. Sin embargo, en mi opinión los riesgos están orientados al alza. Si ponemos de ejemplo al Reino Unido, vemos que recientemente ha habido más ofertas de empleo que nunca, los salarios crecen a un ritmo del 8 % y los precios de la vivienda están aumentando a razón de un 20 % anual. Estoy empezando a pensar que estos efectos serán más persistentes de lo que los bancos centrales parecen pensar actualmente.

 

¿Estamos volviendo a un entorno de inflación como el de la década de 1970? Creo que es improbable, debido a los aspectos que ha puesto de relieve Ariel, pero creo que es arriesgado afirmar que va a continuar el entorno deflacionista que vimos después de la crisis financiera mundial, porque la situación ahora es muy diferente a la de 2008.

 

Como inversor multiactivos, me puedo permitirme ser muy selectivo a la hora de asumir riesgos. La renta variable, que es una clase de activos que en última instancia puede incrementar sus flujos de rentas en este mundo increíblemente único, puede rendir bien a partir de ahora, en mi opinión. Existe un debate pendiente sobre el NASDAQ, que se ha comportado muy bien debido en parte a sus flujos de ingresos a muy largo plazo, pero a medida que la inflación parece ser más persistente, los inversores podrían reducir el horizonte temporal de los ingresos que están dispuestos a apostar; si es así, activos como las acciones infravaloradas y las que pagan dividendos podrían volver al primer plano.

 

Dentro de las áreas que más me inquietan está la deuda pública. Una de las cosas que me preocupan es que se pueda romper la correlación negativa entre la deuda pública de los grandes países y los activos de riesgo. En marzo vimos un poco de eso».

Ariel Bezalel: corporate default rates to stay low

«Las tasas de inflación implícita de EE. UU. se sitúan en niveles bastante elevados en estos momentos, en torno al 2,4 %. Eso me dice que el mercado cree que la Fed alcanzará su objetivo de inflación durante la próxima década. Creo que a medida que el mercado se dé cuenta de que las presiones inflacionistas son transitorias, la inflación implícita descenderá de nuevo y eso dará pie a que los tipos de los bonos caigan aún más en EE. UU. Así pues, desde la perspectiva del riesgo y la recompensa, me siguen gustando las oportunidades en bonos del Tesoro estadounidense, así como en deuda pública australiana y neozelandesa, donde los tipos de los bonos son más altos que en cualquier otra parte del mundo desarrollado. También creo que la deuda pública china (con la divisa cubierta) es una inversión interesante ahora que China lucha con sus propios problemas de deuda y unos retos demográficos similares a los de Occidente.

 

En el equipo apostamos por un enfoque barbell a la hora de asignar el capital en renta fija en este mercado. Por un lado, nos gustan algunas opciones de deuda pública, como acabo de mencionar, pero por otro lado existen oportunidades en los mercados de bonos corporativos, si uno es muy selectivo. Está entrando mucho dinero en la deuda corporativa en busca de rentas y, en conjunto, las empresas gozan de bastante buena salud, gracias principalmente al apoyo estatal en occidente. Eso significa que las tasas default se van a mantener bajas durante algún tiempo».

Ned Naylor-Leyland: Apalancamiento, dinámica y discurso

«Lo que hemos visto durante los últimos doce meses es que la libra esterlina y el dólar pintan mejor para el mercado de renta fija que antes. En este entorno de “aguantar como sea” en el que nos encontramos, los bancos centrales están intentando no desviarse un ápice de sus orientaciones sobre la evolución de los tipos y no quieren mover un dedo si es que pueden salirse con la suya. El mercado adoptará un sesgo excesivamente expansivo o restrictivo en función de eso. Durante los últimos doce meses, lo que hemos visto es un mercado que se ha centrado en adoptar un sesgo ligeramente restrictivo.

 

El resto de cosas que importan ahora son el apalancamiento, la dinámica y el discurso. Este último es lo más importante y todavía está centrado en la reducción de las compras y el endurecimiento monetario. Cuando pienso en los tipos de interés reales (es agradable ver que ahora todo el mundo habla sobre eso y no sólo nosotros, los que compramos oro), creo que están bajos, pero me parece que están por encima de donde deberían encontrarse.

 

Los supuestos necesarios para justificar la evolución reciente de los mercados de oro y plata son los siguientes: i) la inflación es meramente transitoria; ii) la reducción de las compras de activos llegará pronto; iii) también se avecinan subidas de tipos. Con que tan sólo uno de estos supuestos desaparezca, el oro debería recuperarse con fuerza. Mi opinión personal es que hay más probabilidades de que estos tres supuestos sean incorrectos que correctos.

 

El catalizador que podría hacer que se quebrara el consenso del mercado son los precios de la energía. Llevo diciéndolo años, pero creo que estamos reeditando el ciclo de la década de 1970 y que terminará con los tipos reales despeñándose, con un movimiento masivo en el oro y la plata y una operación de rescate monetario. Diría que en estos momentos estamos avanzando en esa dirección de forma más obvia».

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