Las empresas excelentes pueden lidiar con los vaivenes de la economía
Centrarse en empresas líderes en sus sectores que sean capaces de adaptarse a los cambios es más importante que intentar predecir los próximos movimientos de la economía, sostienen Mark Heslop y Mark Nichols de Jupiter.
Pensamos que las tres grandes cuestiones a las que se enfrentarán los inversores durante los próximos meses son las siguientes:
Las repercusiones más importantes probablemente se originen en las respuestas de los gobiernos ante la crisis. El paro y la ingente acumulación de deuda probablemente sean dos herencias duraderas que deje 2020. Esperamos que eso dé lugar a una ampliación plurianual de los estímulos monetarios reforzados (dinero barato) y a inversiones masivas en infraestructuras, dirigidas específicamente hacia la economía verde. Cabe esperar que se confíe en que las empresas ayuden a cuadrar las cuentas, especialmente los tan denostados «contaminadores» y las fuertemente politizadas empresas tecnológicas del sector del consumo.
La pregunta más importante es si los tipos de interés van a subir y cuáles son las consecuencias si lo hacen. No nos atrevemos con una predicción, pero exponemos las siguientes observaciones:
- El aumento del desempleo y el exceso de capacidad en la economía mundial probablemente limiten la capacidad de los bancos centrales para estimular la inflación.
- El coste de la deuda tendrá que mantenerse en niveles bajos si los gobiernos quieren ser capaces de atender sus crecientes niveles de deuda.
- Un entorno de tipos en ascenso probablemente indique una mejoría de la actividad económica y de la inflación. Si bien eso podría ser bueno para el contexto general de precios de las empresas, los productos indiferenciados seguirán viéndose obligados a competir en precio y tendrán dificultades para generar márgenes atractivos. Las fuerzas perturbadoras seguirán causando perturbaciones y se podría dejar morir a las empresas zombis.
Aunque la mayoría de las empresas en las que invertimos venden sus productos y servicios fuera de sus fronteras, esperamos que la mayoría de ellas estén relativamente protegidas frente a las interferencias políticas a corto plazo. Más importante aún es que creemos que los productos de estas empresas están diferenciados y son muy valorados por sus clientes. Además, los ingresos internacionales se generan o manufacturan en gran medida dentro de las fronteras nacionales. En los casos en los que las cadenas de suministro se vean sometidas a una creciente repatriación, pensamos que es mejor estar del lado de las empresas que poseen el poder de fijación de precios necesario para poder repercutir la posible inflación de los costes.
1 Especialmente cuando el PER es el único indicador de valoración que se tiene en cuenta. El PER puede resultar un indicador útil de las variaciones a corto plazo de las expectativas del mercado, pero no sirve para orientar sobre las oportunidades de inversión a largo plazo.
2 El rendimiento de cualquier inversión debe compararse con el rendimiento disponible de una inversión sin riesgo o con un riesgo desdeñable, para lo que se utiliza comúnmente el rendimiento de la deuda pública a diez años. Si el rendimiento sube, también debería hacerlo la rentabilidad prevista de los activos de mayor riesgo, es decir, el PER debería descender. Lo mismo ocurre a la inversa.